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A A É a ” Bin He: 104 mos al Corazon de la Vírgen , seria el desconfiar de su misericordia. AFECTOS. ¿Por qué, ó Vírgen dulcísima, ha de temblar el pe- cador , al tener que acercarse á tu Corazon materna]? Nada hay en ti, que no sea cariño, dulzura , suavidad 3 amor: tú no respiras sino compasion, piedad y miserj- cordia. Tu Hijo, ó Madre amorosa , es infinito en mise- raciones; pero , como es Juez de los hombres , y ha de pesar nuestras obras, buenas y malas , en la balanza de su inflexible justicia, aunque nos acerquemos al trono de su gracia con confianza , no podemos menos de te- merlo , porque tiene tambien en su diestra la vara de la Justicia. Mas., tú no eres sino Madre tierna y amorosa, que quieres á todo trance la salvacion de tus hijos. Héme pues aquí postrado á tus pies, confesando que tu Corazon es mi refugio, pues sé que me has amado, aun- que soy tan pecador. y has deseado mi salvacion eter- na, y has sacrificado á tu propio Hijo , porque la consi- guiese. Espero por tanto firmemente que, con tu pode- rosa mediacion, he de obtener la gracia para detesta; las culpas pasadas, y para salir del tribunal de tu Hijo perdonado y salvado por toda la eternidad. Oraciones y demás como el primer dia.

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