BCCPAM000524-1-33000000000000
' A rn ii pene A ao 96 á un sujeto en quien no se piensa jamás, ni apreciar sus cualidades ? Pues eso sucede á los que no meditan las obras de la caridad divina: no pensando en Jesus, no pueden conocerlo: no conociéndolo ¿cómo lo han de amar? ¡Ah! La tierra está cundida de desolación, porque nadie piensa en su corazon *. ¡Tanto afan por estudiar las ciencias mundanas! ¡Tanta solicitud por aprender lo que nos puede proporcionar estimacion, honra, honores y riquezas! ¿Por qué no tendremos , si- quiera el mismo ahinco, por conocer lo que Dios ha he- cho por salvarnos, y lo que importa nuestra suerte en la otra vida? Prometamos pues al Señor no pasar un solo dia, sin meditar en sus misericordias y darle gra- cias por ellas, pues esto nos intercsa infinitamente mas que todos los bienes terrenos. MÁXIMAS. Lo mismo respectivamente acontece en el conoci- miento y amor de Jesucristo, que en el de nuestros amigos, á quienes amamos tanto mas, cuanto mas los tratamos, pues conocemos mas y mas la bondad de su corazon. Si todos los dias tratásemos con Jesucristo en la oracion, ¿cuánto lo conoceríamos? Y conociendo su bondad, ¿cuánto lo amaríamos? AFECTOS. ¡Ah amantísima Madre María! Ahora comprendo el porqué de aquel incendio de amor inmensurable , que tuvo tu Corazon á tu Hijo sacratísimo. Meditábais sin cesar en sus obras y palabras, y de esta consideracion 1. Jerem. cap. 12, v. 11.
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz