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* Hor, etc., y AS DÍA SEGUNDO Hecho el Acto de Contrición, se dirá: Abrid, Se- la oración para todos los días Jesús amo- roso, etc., pág. 18. MEDITACIÓN De los dolores que padeció Nuestro Señor en sus sacratisimas manos. PUNTO PRIMERO Considera hoy, alma devota, los dolores acerbísimos que Nuestro Señor Jesucristo sintió én sus sacratísimas manos. Verdad es que las manos, así como los pies, son “los miembros más distanciados del centro; más tanto éstos como aquéllas están en estrecha unión con el corazón y el cerebro, puntos á que convergen todas nuestras sensaciones por medio de conductores tan seguros como son las arterias, las venas, los nervios y de- más medios de comunicación con que Dios ha enriquecido nuestro organismo. Por ser las manos partes tan suaves y delicadas, pa- deció nuestro buen Jesús penas horribles y dolores agudísimos al ser atadas sus muñe- cas, estirados sus brazos, rasgadas sus car- nes, abiertas sus venas, rotos sus nervios,
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