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e diante esa vuestra imagen, y me concedáis el perdón de mis culpas, consuelo en mis aflic- ciones, remedio en mis necesidades, luz en mis dudas, fortaleza en mis peligros, victoria en mis tentaciones, abundancia de gracias temporales y eternas á mis encomendados, descanso eterno á mis difuntos, y la gracia particular que os pido en esta Novena, si es para gloria de Dios y bien de mi alma. Amén. MEDITACIÓN De los dolores que Nuestro Señor padeció en sus benditisimos pies. PUNTO PRIMERO Considera, alma cristiana, cómo habien- do llegado Jesucristo nuestro bien á la cima del monte Calvario, los sayones le mandaron extender sobre el leño de la Cruz, para ejecu- tar en él el tormento atroz de la crucifixión. Era ésta un género de suplicio el más horri- ble, doloroso € infamante que puede imagi- narse. De origen fenicio, los judíos lo toma- ron de sus dominadores los romanos, y como entre éstos, así entre aquéllos, no se aplica- ba sino á esclavos, asesinos y ladrones, ó sea á la clase más baja y abyecta del pueblo. Marco Tulio no halla en su abrasada elo-
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