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89 da de la mayor parte de los cristianos; cuando estando en gracia de Dios, caeis derrodillas ante Divs y dirigis vuestras stplicas al cielo y de- rramais lagrimas y ofrecéis vuestras obras al Eterno, no estais solos, cae de rodillas con vosotros, dirige sus plegarias, derrama légrimas, ofrece sus dolores y su sangre preciosa de valor infinito Jesucris- 40, aquel que dijo: Omnia mihi tradita sunt a Patre meo. Apesar por tanto de vuestras dudas y desconfianzas, tengo el derecho a sostener que Dios no puede negarse a vuestras suplicas que ya de antemano estan despachadas, no porque nosotros contamos algo en presencia de Dios sino por Jesucristo que con nosotros ora. Y no quiero omitir una tercera raz6n que halaga duicemente nues-_ Tercero: por- iro coraz6n y la menciona Jesucristo en su evangelio: /pse Pater a- na to Seare mat vos. Sabido es de todos que el amor es un tirano? que, cuando "5 @ma- el amor se ha apoderado de un corazén, lo esclaviza, lo somete to- talmente a la voluntad y atin a los caprichos de la persona amada; los deseos de ésta son la ley suprema a la que todo debe someterse. gSacaré la consecuencia que de esto se desprende? No podemos du- dar de que la ley del amor es la misma para Dios y para el hombre y menos podemos dudar todavia de que Dios nos ama. Razén tiene por tanto el Salvador cuando nos dice: aleanzareis todo cuanto pi- diereis en mi nombre; y \uego afiade: ipse Pater amat vos: porque el Padre os ama, En estos momentos sorprendo yo en vuestros rostros un gesto Una dificultad: de incredulidad, leo en vuestra mente este pensamiento: eso podraé an aes ser verdad, pero yo nunca consigo lo que pretendo. A ese gesto de incredulidad y a ese pensamiento se adelanté a responder el Apéstol Santiago, cuando dijo mo conseguis lo que pedis: eo guod male petatis, porque pedis mal; y se puede pedir de mala ma- nera y por consiguiente no cumplirse !a promesa que nos hace el Sal- vador en el evangelio del dfa: Primero; porque el que pide no esté en gracia de Dios; que un pa- Primera condi- dre, por tierno y amante que sea, no esta obligado a acceder a las sii- ete 265 = plicas del hijo, cuando este huy6 de la casa paterna y es el baldén de — que la familia; que la condicién que pone Jesucristo para que nuestra ora- gracia de Diss. cién sea infalible, es que le amemos y tengamos fe en El. Segundo; cuando se pide con mal fin, que, en ese caso, la ora- Segunda que se ; 4 : ; pidacon fin rec- cién es un crimen puesto que se quiere hacer a Dios cémplice de una to e intencién mala acci6n, buena. Tercero; cuando se pide cosas que no nos conviene; que yo he Tercera que presenciado con frecuencia c6mo la madre amante, tierna, carifiosa, eis ee ae se niega a las siplicas y atin a los lloros del hijo, cuando lo que éste ee le pide, sabe 0 sospecha que le ha de dafiar, y Dios, que es mas amante y més tierno y mas carifioso que todas las madres, por el mismo amor que nos tiene, no nos concede lo que le pedimos, 6 por-
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