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Domingo cuarto de Pascua Exégesis. S. Juan, XVI, 5-15. Para penetrar el sentido literal, de este evangelio>es necesa- rio tener presente el estado de animo en que se hallaban. los apdés- toles, su abatimiento, sus dudas, sus temores, su decepcién inmen- sa al ver proximas e irremediables la victoria de los judios y la muerte ignominiosa del Salvador, cuyo triunfo ruidoso sobre los enemigos y glorioso reinado tanto les habia ilusionado; por eso después de haber predicado a los Apdéstoles las persecuciones de que habian de ser blanco y victimas, Jestis vuelve a hablarles de su ausencia y de su vuelta a ellos, a fin de levantar aquellos dni- mos que él encontraba extremadamente abatidos, y lo hace con es- tas dulcisimas palabras: Et nunc vado ad eum, qui me misit; et nemo ex vobis interrogat me: quo vadis? Sed quia hec locutus sum vobis (las persecuciones anteriormento dichas y atin la ausen- cia de Jesucristo) tristitia implevit cor vestrum. Jesucristo se pone a enumerar los motivos por los que sus dis- cipulos, lejos de abandonarse al desaliento, deben esforzar sus ani- mos y alegrarse, y encuentra el primero en la misma partida que tanta tristeza les causaba: Sed ego veritatem dico vobis: expe- dit vobis ut ego vadam: y dala razén de esto que parece una paradoja: si autem enim non abiero, Paraclitus non veniet ad vos: si autem abiero, mittam eum ad vos: porque asi lo ha dis- puesto Dios que la partida de Jestis prepare la llegada del Espiritu _ Santo, que la reconciliacién de los hombres esté subordinada a la expiacién del Calvario, que el Espiritu Santo no puede habitar en un alma donde mora el pecado, que se purifique el templo, antes de ser adornado. El segundo motivo encuentra en los sorprendentes resultados que ha de tener la venida del Consolador: Eft cum venerit ille arguet mundum de peccato et de justitia et de judicio: de pec
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