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de una madre, prudente ytier- na. Aplicacién. Segunda razon el dolor nos ha- ce semejantes a Jesucristo. Tercera razon conel sufri- miento se com- pra el cielo. 80 fas; acontecié empero que un su hijo enferm6 gravemente y de resul- tas qued6 con el gusto tan extragado que no sabia distinguir entre lo conveniente y lo que le era perjudiciai. La madre que era muy pruden- te, recomendo fuertemente a su hijo el que no comiera las cosas que le habian de hacer danio en cantidad tal que le perjudicara; més toda- via; dej6 en su lugar una ama que le prohibiera las cosas nocivas a la salud; y en fin inspirada por el amor, y no fidndose todavia su co- raz6n amante, fué poniendo en aquellos ricos manjares y sabrosas frutas unas gotitas de acibar, ya podeis figuraros para qué. A. O. Esa madre es Dios que creé para sustento y regalo del hombre las cosas de este mundo y las hizo sabrosisimas y hermosf- simas. El hijc es el hombre enfermo desde el primer pecado original y de gusto tan extragado que prefiere el manjar de las bestias al man- jar celestial. El ama es la razon y ios que en este mundo son los re- presentantes de Dios que con tanta frecuencia nos recuerdan cuales son los buenos manjares y cuales los malos. El acibar es el dolor que el hombre en todas partes encuentra. Agravio grande harfa a la madre el hijo, si se quejara de las medidas que tom6, guiada tan so- lo por su prevision, prudencia y amor. No menor agravio haremos a Dios nosotros, si nos quejamos de nuestras cruces. Segunda: porque nos hace semejantes a Jesucristo en lo que con™ siste nuesira santidad y nuestra bienaventuranza. La ley del dolor ri- gid la vida de Jesucristo; nacié pobre en un pesebre y no rico en pa- lacio real, vivid durante 55 afios in Jaboribus a juventufe sua y una cruz fué ei patibulo infame donde fué ejecutado después de haber agotado toda clase de tormentos en su cuerpo y en su alma. Vuesira vida estaé sembrada de cruces y tribulaciones? 4Podeis exclamar vosu- tros como el Apostol S, Pablo: Cristo confixus sum cruci: Estoy crucificado como Jesucristo? Yo lejos de compadeceros, os felicito- ¢No sabeis que es conveniente padecer y por esos padecimientos en- trar en Ja gloria, como decia el Salvador a sus discipulos en Emaus? 4No sabeis que Dios ha dispuesto que los que han de entrar en el cielo sean semejantes a Jesucri: to acé en la tierra? Tercera: porque con el sufrimiento se compra el cielo, En cierta ocasio6n la madre de los Apéstoles Juan y Santiago presentose a Jess con una pretension atrevida, aunque excusable en una madre; pidié nada menos que los dos primeros puestos del reino de los cie~ los para sus dos hijos y Jesucristo les contesta con estas significati- vas palabras: Potestis bibere calicem quem ego bibiturus sum? ¢po- deis beber el caéliz que yo he de beber y ser bautizados con el bau" tismo de sangre con que yo seré bautizado? (1) Con lo que el Sal- vador dijo a todos los que le han de seguir, que los primeros pues- - tos de su reino. se escalan con el! sufrimiento, el dolor, la cruz. (1) Math XX, 22, Mar. X, 38. amen

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