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79 palabras que dirige a sus discipulos reunidos para sostener su fe y afirmar su esperanza. *'* ' Hom.—En el evangelio del dia, tomado de San Juan, 16, 16-22, __ hace el divino Salvador una afirmacién que es incomprensible, no so- sims oo lo para los mundanos si que también para un sin nimero de cristia- de comprender nos; inaccesible no solo a la luz de las pasiones, sino ala luz de la ,¥ retida con razOn, opuesta y refiida con la ilusién més poderosa, mas universal, ™&s legitima. y mas legitima de todas las ilusiones nuestras, la ilusién del placer, de la dicha. Plorabitis et flebitis vos, mundus autem gaudebit. Vosotros mis discfpulos, los que me amais y observais mis mandamientos; vosotros Ilorareis y gemireis. Tal sera nuestra suerte en esté mundo, Y el hombre, oyendo estas palabras de Jesucrisio y viéndolas con- firmadas por Io que ve en el mundo, testigo de las venturas y triunfo “de los malos y de la desventura del bueno; pregunta con Job: gCémo es gue viven los impfos y son ensalzados y colmados de bienes, mientras sucede con frecuencia gue el bueno es humillado y vive en necesidad y miseria grandes. (1) Veamos si proporcionamos algode luz en estas tinieblas que traen a mal traer a no pocos cristianos tanto mas desventurados cuan- to més empefio ponen en ser buenos, y si esa luz la encontramos en ese mismo pasaje evangélico y de esta suerte infiltramos un poco de consuelo en esos corazones lacerados. Plorabitis et flebitis vos: vosotros /lorareis y gemireis. Con eS- pjorabitis et tas terminantes palabras, Jesucristo promulga, o mejor dicho, nos re- So hie cuerda, una ley que echamos en olvido con frecuencia, la ley de! do- que rige el mo- lor que rige el movimiento de nuestras almas hacia Dios, nuestro oa ee - adelantamiento en el camino de la virtud; movimiento y adelantamien- cielo. fo que estan sujetos a leyes fijas e invariables como todo movimien- to. Cuando Dios nuestro Sefior plant6 el jardin de delicia para regalo y descanso de nuestros primeros padres, fué poniendo en cada una de las cosas destinadas al servicio de aquellos unas gotitas de dicha que El posefa ab aeterno; pero cuando nuestros padres pecaron retiré aquella dedada de miel y derram6 unas gotas de acibar, dejando la dicha para los malos como don de poco aprecio y reservando las lagrimas para los buenos como don de alta estima. ZCual es la ra- z6n de esta sin raz6n, el por qué de un proceder tan singular? Primera: porque el dolor nos aparta de las cosas de este mundo primera raz6n que dan la muerte al alma que a ellas se aficiona. Una madre vidse S la vy del > es . . olor € ar- obligada a emprender un largo viaje, y, previsora, reuni6 para sus tarnos le hijos provisiones abundantes, ricos manjares, dulces y sabrosas fru- Coens Se eae (1) Job. XXI, 7.
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