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73 ni el hombre ni el angel podfan satisfacer cumplidamente, y mientras tal deuda existiera era imposibie la paz; pero Jestis, el compasivo Je- sis enirega como rescate, precio, su sangre toda sin reservarse ni una gota, y Dios acept6 y la paz se hizo. Al mostrar pues las llagas alos discipulos y en ellos a todos nosotros, nos muestra la causa y la garantia de que nuestra deuda esid cancelada, de que estamos en paz con nuesiro Dios. 4Qué extrafio es, pues, que los discipulos se alegren? Gavisi sunt discipuli, viso Domino. Tercer consuelo e instruccién dulcisima: Dos condiciones tan solo se nos impone para que esa divina paz exista y se perpetue en- tre Dios y el alma. La una el que vivamos retirados sin dejarnos arrasirar por las pasiones, que cerremos bien nuestras puertas, las puertas de nuestra alma a los malos pensamientos, a ios malos de- seos, aldemonio y sus sugestiones que estan representddos en el evangelio por los judios a quienes tenian miedo los discipulos; y la Condiciones de esa paz. otra que no seamos incrédulos sino déciles, que si nuesira inteligen- | “cia se rebela y niega la divinidad de Jesucristo, su divina misién so- bre la fierra.. su resurreccién gloriosa, se desplomaré la paz de su alma, como edificio cuyo cimiento se ha arruinado; y atin si nuestro entendimiento es demasiado curioso y no quiere convencerse de esas verdades, si no ve pruebas extraordinarias y raras; si no se desplo- ma la paz de aquella alma, se tambalearé. Por algo dijo Jesucristo: Beati gui non viderunt et crediderunt. Cuarto consuelo e instruccién dulcisima. La experiencia nos ensefia que cuando dos naciones estan en es- tado de guerra retfranse los embajadores, cesa toda unidn entre ellos y cesan las relaciones comerciales; pero cuando la paz se_ha _ resta- blecido, se restablecen la unién, los embajadores y las relaciones comerciales. He ahi lo que ha sucedido entre Dios y el género huma- no, entre Dios y el alma. Este es e! fruto suavisimo indicado en el evangelio, fruto que ha seguido al restablecimiento de la paz. Cuan- do estabamos en guerra con nuestro Dios; estaban rotas las relacio- nes entre el cielo y la tierra Dios y el hombre y entre ellos no habia union, no habia embajadores, no habia comercio alguno. Pero desde el moment) que se ha restablecido Ja paz, desde ei momento en que Jesus se lo anuncia a los discipulos, Dios envia un embejador a la tierra, es el Espiritu santo y no solo envia el Espiritu santo sino que envia sus agentes diplomdticos que son los apéstoles y sus suceso- res: Accipite Spiritum sanctum. Sicut misit me Pater et ego mitto vos. Se restablece la amistad entre esos dos seres antes en guerra, amistad basada en la gracia santificante y se reanuda el comercio, con las obras de este mundo se obtienen la gracia y la gloria, hay intercambio. si asi podemos decir, nosotros enviamos buenas obras, oraciones y del cielo descienden gracias y cones; en fin tenemos nuestro embajador en el cielo que es Jesucristo Redentor, semper vi- vens ad interpellandum pro nobis. Se restablecen las relaciones Con Dios y vie- ne el Espiritu santo a nues- tras almas co- mo embajador de Dios y su Jesucristo al cielo como em- bajador nuestro
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