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} | / i a Sostiene nues- tra esperanza. Si... Christus resurrexit a mortuis, quo modo quidam dicunt quod mortui non resurgunt? Termina la re- dencién. Mortem nos- tram moriendo destruxit et vi- tan resurgendo reparavit, 70 una palabra falsa. Y ved por qué el no creer en Jesucristoes una im- piedad. Si os he dicho la verdad, gpor qué no me creeis? (1) Dice San Juan que a pesar de los muchos milagros que hacia Jestis no le creian los judfos. Cum fanta signa fecisset (Jesus), non credebant in eum. (2) 3.° Sostiene la esperanza en la resurreccion. Entre las muchas doctrinas del Sto. Evangelio, hay una que sos- tiene nuestra esperanza. Asi como la fé dirige nuestra vida por el camino de Dios y es antorcha para nuestros piés, asi la esperanza sostiene nuestra debilidad. Cuando el Sto. Job se hallaba en su tribu- lacién, se acordaba de su resurreccién. Yo sé gue he de resucitar y gue he de ver a mi Dios con mis propios ojos. (5) Pues ésta ha de ser la esperanza del Cristiano en medio de las privaciones que le impone la ley del Sefior. Esta ley nos priva de nuestros padres, pa- rientes envidndoles la muerte; nos priva de muchos placeres, prohi- biendo la gula, la embriaguez, la lujuria; nos priva de la ociosidad, de la calumnia etc. En medio de todo ésto necesitamos apoyo, y éste nos viene de la Resurreccién del Sefior. Si Jesiis ha resucitado de entre los muertos, gquién se atreve a decir gue los muertos no re- sucitardn? (4) Y si la resurrecci6n cambi6 el cuerpo de Jesucristo en glorioso, ,quién se atreverd a decir que nuestros cuerpos no resuci- tardn gloriosos? Es ley general que los miembros de una sociedad sigan la misma suerte que sus jefes, y nosotros formamos sociedad con Jesucristo, Jefe de la Iglesia; por ésto seguiremos la suerte de Je- sucristo. Jesucristo resucit6 inmortal y glorioso, los cristianos bue- nos tendraén la misma suerte. La Redencion. La Redencién del hombre exije dos cosas: purificarnos del peca- do y todas sus consecuencias, y luego perfeccionarnos. El maestro no se cuida s6lo de destruir errores, sino de crear verdades; el mé- dico no s6lo cura la enfermedad sino que ademas fortifica el orga- nismo. Asf Jestis con su vida y con su muerte fué destruyendo nues- tra mala vida y nuestra muerte, Mortem nostram moriendo destru- xit; y con su Resurreccién fué preparando nuestra justificacion y nues- tra salvaci6n: vifam resurgendo reparavit. Fué entregado propfer delicta nostra, pero resucit6, propter justificationem nostram (5) La Resurreccién es el signo de vida nueva. Al resucitar la naturaleza en primavera, no s6lo deja su estado de muerte, mas tambien adquiere nueva forma, nuevos frutos; asf al resucitar Jesis crea en nosotros una nueva vida de fé, de virtud; crea pensamientos del Cielo. -() S. J. VI, 46. (2) S. J. XI, 37. (3) Job., XIX, 25. (4) I Cor., XV, 12. (5) Rom., IV, 25. =_—

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