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inventus qui rediret, et daret gloriam Deo, nisi hic alienigena, el samaritano, el despreciado del pueblo judio, el enemigo irrecon- ciliable. Et ait illi: Surge et vade; quia fides tua te salvum fecit. * * Homilfa.—Fijad yuestras miradas A. O. en esos diez desgracia- La lepra. Sus g . efectos. dos que se muestran ante el Salvador, pero de lejos, sin osar aproxi- marse. Estén atacados de la lepra la mas horrible y la mas temible de las enfermedades. Sus rostros, sus manos, sus pies, su cuerpo todo, llenos de tlceras de donde mana asqueroso liquido, sus dedos estan deformes comidos por la lepra, han perdido ya las falanges, los teji- dos desechos corroida la boca, nariz y ojos. Intensos son sus dolo- res, el contacto mds suave con un objeto externo se les hace intole- rable. El aspecto y el hedor que sus Ilagas despiden, auyentan a las gentes. Grabad empero bien en vuestros corazones lo que la sagrada La lepra simbo- Escritura nos dice y lo que los santos Padres sostienen, que la lepra jo del pecado. es el simbolo del pecado mortal, los diez leprosos imagenes de los pecadores, cuyas almas aparecen ante Dios feas, abominables, defor- Efectos del pe- mes. Sus ojos casi cegados por la pasién que les avasalla, ni repa- ones ran en la Ley de Dios que se interpone en el camino de sus maldades, ni distinguen al final de una vida asi desarreglada, un infierno eterno, donde han de dar y donde se han de desesperar por una eternidad. Sus manos inttiles para obrar el bien sobrenaturalmente y ganar un cielo eterno; inttiles para procurarse el sustento espiritual y las medicinas a su enfermedad que son las gracias. Intitiles sus pies para andar por el camino de los mandamientos _ Inutilidad del de Dios. Sufriendo horriblemente, porque, como dice la Escritura, el eigen bn animo desordenado, tortura es de sf mismo; y las pasiones que les ral. subyugan y el demonio que les esclaviza, la pérdida de la paz, el temor Sufrimientos en al castigo, el remordimiento de la conciencia, las ilusiones rotas, el e| orden natu- fastidio, el vacio que sus corazones experimentan, hacian de aquellas ral. almas un infierno verdadero. Y no habré algtin remedio para estos malaventurados. Si que lo Remedio al pe- hay y donde esta nos lo sefialan los leprosos del Evangelio. cado. El remedio es Jesucristo, el compasivo Jestis el Salvador dulcisi- mo. Si esos desgraciados encenagados en los vicios, esclavos del pecado, se acercaran a Jesus, le mostraran sus flaquezas, leensefiaran Jesucristo. sus llagas con humildad y arrepentimiento de sus pecados, con dese- os verdaderos de sanar; si con amor, confianza, fe sincera, esperanza firme repitieran las palabras de los leprosos. Jesiis, Maestro, fen com- pasion de nosotros! qué pronto oirfan las dulcfsimas y consoladoras palabras: vuestra fe os ha salvado id en paz; y se romperfan las ca- denas del pecado, se amansarjan las pasiones, seria dulce y reconfor- Cae . _ Efectos de ese tante el remordimiento, la paz volveria a su coraz6n, serian sus OjOS acercamiento. Como deben_a- cercarse a El.

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