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125 porque las cuentas se nos han de pedir. De fe es que hemos de ser presentados ante el tribunal de Dios para dar cuenta estrechisima de cuanto hayamos hecho o dejado de hacer. De tres medidas nos habla el Evangelio: fodere, e/ trabajar, el ponernos desde hoy y con empefio grande, a recuperar el tiempo per- dido y pagar a la divina justicia la enorme deuda que hemos contrafdo y acumulado sobre nuestras cabezas con una administracién tan de- sastrosa. Mendicare, mendigar, es decir, la oracién, las preces, el entregarnos del todo a una vida de oracién y suplicas y penitencias. En fin la tercera, la que recomienda sobre todo el Evangelio, /a /imos- na. Aprovecharnos de los bienes de este mundo que con harta frecuen- cia han sido, son y seraén fruto, ocasién y fuente de pecados y de vi- cios, para cancelar la deuda que tenemos con el cielo,-que ya lo dijo Dios en el libro de Tobfas: /a Jimosna libra de la muerte, limpia del pecado y nos ahorra la pena (IV, 11); y asegur6 en el Eclesidstico que; asf como el agua apaga el fuego ardiente, de la misma manera la li- mosna apaga el fuego del pecado (Ii1,53) y nos aconsejé en Daniel gue redimamos nuestros pecados mediante la limosna (IV ,24) e insistié en iE : a" sta la medi- el mismo Eclesiastico: gue encerremos /a limosna en el seno del po- da mas _reco- bre (XXIX, 15) y allf mismo: gue es Ja limosna como una contrasefa ™*4ada. (XVII, 18) va/edera ante el tribunal de Dios. En fin que no guedaraén defraudados cuantos ponen la confianza en la limosna. Y es caso notable lo que nos dice Jesucristo, que sucederd ante su tribunal divino en el dia del juicio final: Allftodos aparecen culpa- bles, todos deudores, administradores infieles y los unos son lanza- dos al infierno a penar eternamente y pagar asi sus deudas de malos administradores y a los otros todo se les cancela y perdona y_ borra. Palabras singu- Y mas notable y singular todavia es la raz6n con que justifica Jesu- —-A cristo su sentencia eterna, inapelable: tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, desnudo estaba y me vestis- teis, enfermo y me visitasteis. Y las otras virtudes con las cuales los santos ganaron el cielo? 4 amor de y el celo de los Apéstoles y los trabajos del misionero y los sufri- price sobs mientos de los martires, las penitencias de los anacoretas, la_pureza reina delas vir- de las virgenes? Cierto que Dios premiara todas esas virtudes, que no a dae quedarén sin galard6én acciones tan herdicas; pero todas ellas quedan eclipsadas por una virtud que es la reina de todas, la caridad, el amor de Dios y del préjimo. Y para terminar yo me pregunto gcuél es la causa, cual la raz6n Razén de un de ese efecto tan sorprendente, de un privilegio tan singular? El mismo gh cae Juez supremo nos lo indica: guodcunque uni ex minimis meis fecistis, mihi fecistis. Cuanto habeis hecho por uno de-mis pequefiuelos, por milo habeis hecho; es decir, que el pobre, ese harapiento con quien Fodere, traba- jar. Mendicare. Dar limosna. ee | i

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