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114 sumamente venerados de los judios, celosos, al parecer, de la religién : de sus padres, siempre gravesy siempre modestos con el nombre de ig ono ¥ Dios de continuo en la boca, austeros al parecer en sus costumbres y- siempre en sus discursos fieles cumplidores de la ley y enemigos irre- Conducta dura conciliables de Jesucristo. Y cosarara al parecer, Jesucristo la bon- deesteparacon dad misma, el carifio, la ternura personificada, la piedad y misericor- dia encarnadas, que solo tiene palabras de dulzura y de perd6én para el hijo prédigo, para la mujer adiltera, para Ja samaritana, para la ca- nanea, para la Magdalena, para los publicanos y pecadores, para el mismo Judas a quien llama amigo en el momento de ser vendido por este con un beso de paz; cuando a los fariseos se dirige o de ellos habla, sus palabras son severas en extremo, sus amenazas ferribles, sus acusaciones duras; les echa en cara el ensefiar y no practicar lo que ensefian, el poner sobre los hombros de los demas, cargas inso- portables, y no tocarlas ellos con el dedo, el no hacer las cosas mas que por ser vistos, el pretender siempre los primeros lugares, el ser ciegos y guias de ciegos, de parar mientes en cosas pequefias y olvi- darse de las grandes, de arrojar el mosquito y tragar el camello, de purificar sus manos y los instrumentos de que se sirven, y llevar el in- terior lleno de inmundicia, en una palabra; de ser sepulcros blanquea- dos por defuera y llenos de gusanos y podredumbre en el interior. El Evangelio del dia S. Mateo V, 20-24; nos ofrece una escena se- mejante, y con frases cortas y severas corrige y condena las ensefian- zas de los fariseos y sus costumbres acerca de la caridad, del amor al prdéjimo; y restablece la verdadera doctrina y da la verdadera inter- pretacién a la Escritura sagrada en que se apoyaban los escribas y fariseos. Prestad atencién que, como palabras de Jesucristo, han teni- do siempre interés y me atrevo a decir que tienen hoy mds que nunca. Os digo que si vuestra justicia, palabra que en este lugar es i- déntica a caridad, amor al préjimo, si vuestra justicia no fuere mayor i que la de los escribas y fariseos no entraréis en el reino de los cielos, los onsen no No seréis verdaderos hijos de la Iglesia. {Cual era pues la caridad en- es suficiente. sefjada por los fariseos, insuficiente para salvarse, insuficiente para un cristiano? El mismo Salvador nos la declara. Habeis ofdo que se dijo a los antiguos no matarés, y el gue matare a su hermano, sera sumereretacin juzgado en concilio. Tal era efectivamente la ley promulgada por Dios riseos segiin la nuestro Sefior en el Exodo XX, 15. Y los fariseos apoderdéndose de cual se podia o- diar al herma- eSa ley la interpretaban a su sabor, diciendo, que si bien estaba pro- Same al hibido cl matar, en modo alguno estaba prohibido el odiar; si estaba prohibido el matar a su hermano, a su préjimo, no lo esta a su enemi- Verdadera doc- gO. Y contra esta interpretaci6n, absurda, ridicula e hipécrita levanta al prolimo, el su voz Jesucristo y la reprueba y la condena: Mas yo os digo que cual- nojo y el ren- guiera gue contra su hermano se enojare y guardare rencor en su . r seran cas- . tigados, corazon, le insultare gravemente o le guitare la fama o le escarne-
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