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eee | ? 4 oa ae seit inca aaAs Predileccién de esucristo por Os ot on humildes y des- preciados. Pruebas Su nacimiento y su vida. 106 que se tenian por santos y puros, y que se contaminaban por el tra- to y conversacién con los pecadores; para dar en rostro a aquellos judios de corazon duro y sin piedad alguna para con el desgracia- do; para dar una lecci6n a los fariseos de todos los tiempos y reve- larnos de paso el porqué de su encarnaci6n, se sirve de dos bellisi- mas pardbolas en las que se desbordan la piedad y ternura de su coraz6n: Et ait ad illos parabolam istam, dicens: Quis ex vobis homo habet centum oves: et si perdiderit unam exillis, nonne dimittit nonaginta novem in deserto, et vadit ad illam, quae perderat, donec inveniat eam? Et cum in- venerit eam, imponit in humeros suos gaudens: Et veniens do- mum, convocat amicos et vicinas, dicens illis: Congratulami- ni mihi, quia inveni ovem meam, quae perierat. Dico vobis, quod ita gaudium erit in coelos super uno peccatore paeniten- tiam agente, quam super nonaginta novem justis, qui non in- digent paenitentia. Aut quae mulier habens drachmas decem, si perdiderit drachmam unam, nonne accendit lucernam, et everrit domum et quoerit deligenter donec inveniat? Et cum invenerit, convo- cat amicas et vicinas, dicens: Congratulamini mihi, quia inve- ni drachman quam perdideram? Ita dico vobis gaudium erit coram Angelis Dei super uno peccatore paenitentiam agente.» Notense las dos afirmaciones similares con que termina las pa- rdbolas, afirmaciones que parecen exageradas y que no tienen otro fin que hacer ver la grandeza e importancia dela piedad y mise- ricordia. #* Homilfa.—E\| evangelio que acabais de oir, tomado de S. Lucas (Cap. XV. v, 1-10); es uno de los evangelios mas dulces del afio y sus palabras, las palabras de Jesucristo, descienden sobre el coraz6n la- cerado por el arrepentimiento 0 devorado por la desesperaci6n, como lluvia benéfica sobre tierra sedienta, como bdlsamo confortante sobre la herida, como notificaci6n de indulto y abrazo de amor para el con- denado a muerte. Es un hecho que salta a la vista la predileccién de Jesucristo por los pecadores; su vida, la vida del Cordero de Dios, se desarrolla en medio de publicanos y pecadores y en trato fntimo con ellos. Cuando viene al mundo llama a su lado a los magos y después a un publicano y después a una mujer escandalosa y finalmente a un ladr6n. Nos di- ce S. Juan Cris6stomo; (in Psalm. 50) Entre Juan e/ inocente y Pe- dro el pecador escoge a éste para gobernar su Iglesia. Cuando visi-
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