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— 40 — Ya el héspero delicioso ¿ Entre nubes agradables, Cual precursor de la noche, Por el occidente sale. Las sombras que le acompañan Se apoderan de los valles, Y sobre la mustia yerba Su fresco rocío esparcen: El sol afanoso vuela.... Y deja en poder la tarde Del héspero, que en los cielos Alza su pardo estandarte. Del nido al caliente abrigo Vuelan al punto las aves, Cual al seno de una peña, Cual álo hojoso de un sáuce. Suelta el labrador sus bueyes, Y entre sencillos afanes, Para el redil los ganados, Volviendo van los zagales. Lejos las chozas humean, Y los montes más distantes Con la sombra se confunden Que sus altas cimas hacen... El universo parece Que de su acción incesante Cansado el reposo anhela Y al sueño va á abandonarse. Todo es paz... etc. Fr. Luis de Granada describe con tanta viveza el descendimiento de Cristo de los brazos de la Cruz á los de su Madre, que no parece que se lee, sino que se ve aquel tierno y doloroso espectáculo. Dice así: Pues así que la Virgen lo tuvo en sus brazos ¿qué lengua; podrá explicar lo. que sintió?... Abrázase la Madre con el cuerpo despedazado; apriétalo fuertemente en sus pechos mete su cara entre las espinas de la sagrada cabeza; jún- tase rostro con rostro; tíñese la cara de la Madre con la sangre del Hijo, y riégase la del Hijo con las lágrimas de la Madre. ¡Oh dulce Madre! ete. -
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