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Pe ee —218— corazon, hay momentos en que no puede menos de sucum- bir, derribéndolo 4 tierra la desgracia extrema: y este mo- mento Ilegé para el Corazon de Marfa, cuando su Hijo consumé su vida mortal entre los suplicios mas atroces, que inventara la barbarie atizada por los espiritus malig- nos. Maria examina de cerca aquel aparato de inaudita fiereza, en que los sayones extienden 4 su Hijo en la cruz, horadan su mano derecha con grueso y duro clavo, atan la inquierda con 4spera soga pata que Negue al agujero donde la clavan, estiran con horrible violencia sus piés y los traspasan con hierros y martillos, y elevan la cruz y la vietima con escalas y maromas, y la dejan caer en el hoyo formado en un peiiasco, para que espire entre tormentos. jOh portento de fortaleza, en que Maria vence no ya . los hombres, sino 4 los Angeles (1). Cuando esta escena se representaba en la lie del Calvario, se vistié de luto el firmamento, huyéndose el sol por no verla: temblé de espanto la tierra, y dieron signos de sensibilidad las piedras, abriéndose con horrible fragor; y sobrevino & toda la naturaleza un momento de horrorosa atts: que la hubiera convertido en’ un caos, si Dios no la sostuviera. Solo Marfa no se ha perturbado; pues se ha colocado junto 4 la cruz de su Hijo, y esté alli de pié como el héroe, que incansable en el combate ha pos- trado mil enemigos y espera con escudo y espada 4 que ‘vengan otros mil. ;Qué fortaleza es esta? Superior 4 nues- tras fuerzas, lo es tambien 4 cuanto nos sugieran las luces de nuestra razon: pues no pudieraesta comprender, cémo una Maria vicit sexum, vicit hominem, et passa est ultré humanita~ tem.S. Amadeus. Hom. 5.
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