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do como hemos de subordinar el amor natural, que tene- mos 4 nuestros hermanos y deudos segun la carne, al amor de Dios, en quien y por quien debemos amarlos, estando dispuestos & perderlos cuando Dios quiera. ;Quién amaré 4& sus allegados con el amor tan acendrado y tan intenso que Maria tenia 4 su Hijo? Sin embargo, cuando su di- vino Padre lo enviaba al suplicio con amor infinito hacia él y hacia nosotros, y cuando los hombres lo detestaban yatormentaban, conforme ella con la -voluntad divina, amé 4 su Hijo como 4 victima de la justicia divina y se unié al eterno Padre para. sacrificarlo; y lo amé como 4& Hijo de sus entraiias, uniéndose 4 él en los tormentos y consoléndolo con su ternura. Aprendamos, pues, en el Corazon de Maria 4 santificar el afecto que la naturaleza inspira, no amando 4nadie sino en nee por ie y para Dios. . ' wah ha g f ; sh : eee co | Es el amor tan poderoso, que transforma al amanten el objeto amado: si este es feliz, lo es tambien aquel, aun- gue lo aflijan por otra parte mil males: y si es desgraciado, él tambien lo es, aunque lo rodeen todos los otros bienes. Dos corazones que se aman, son dos riyeras de un mismo lago, que mutuamente se envian y reciben sus olas. Quién sabe que Jesus padece, y no siente algun dolor, no digs que le tiene amor. en

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