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_ ge ha convertido en una fiera; pues algunos amigos que tenia, lo han abandonado, y todos los demas hombres braman al rededor de él como toros, y dan rugidos como leones. (1) Entre lo celestialy lo terreno, entre lo visible y lo invisible, no hay por aquellos momentos mas consue- lo para Jesus, que la ternura del corazon de su Madre: ella llora con su ‘Hijo, padece la'misma sed, y la punzan las mismas espinas, la abrevan los mismos improperios, y la traspasan los mismos clavos; y mientras unos con escar- nio le dan 4 beber hiel y vinagre,y otros lo insultan con desafios blasfemos, Maria le presenta su corazon leno de amorosa ternura, diciéndole sin cesar con voz entre- cortada por el llanto. ;O Hijo mio, Hijo mio! ;Quién me concediera que yo muriese por ti, Hijo de mi corazon? (2). _ Contémplese cual seria el estado del amante corazon de Maria al ver & su Hijo odiado de los hombres, abandona- ‘do del cielo, cubierto de llagas como un leproso. y con- vertido en escarnio del pueblo feroz. jAy! Venian 4 su espiritu los dulces momentos de Belen: acorddbase de aquel rostro, que enamoraba 4 los Angeles, de aquellas manos que su dulce nijio entrelazaba en su cuello, y de aquellos ésculos de amor, con que ella sellaba sus labios, sus mejillas y su frente; y ddndole una mirada dolorosa, 16 decia con ella que lo amaba por todos los Angeles y por todos los hombres, y lo tenia en su corazon como en aquellos dias de sus primeras glorias. Grande ensefianzaes esta para nosotros; pice sos instruye la Virgen en el mo- () Psalm. 21. v. 13. 14, (2) Fleham dicendo, et dicebam flendo: Fili mi, Fili mi, ;quis dabit me ut ego morior pro te, Fili mi? Div. Bernard. de Lament. Virg.
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