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es OF raba y al Hijo que amaba; sin embargo, cuando llega el ‘cruel momento, en que su Hijo se despidede ella para ir 4 morir por los hombres, Maria no vacila en hacer el sacrificio generoso, poniendo en las aras de la caridad to- dos los consuelos de su corazon. ;Ah! La devocion de Ma- ria tiende 4agradar 4 Dios omnimodamente, y 4 sacrificar- se por él y por el bien de los hombres, diferenciandose en un todo de la de aquellos, que en el ejercicio de las virtu- des mas bien se buscan 4 si mismos, que & Jesucristo. Son ciertamente muchos los que se precian de ser devo- tos; pero, si el Sefior, levanta un poco su mano en los con- suelos espirituales, se desaniman en el servicio divino, no queriendo andar sino entre flores: y si aquellos abundan, ‘se entregan al dcio, como aquella alma, 4 cuyo corazon Hamaba el Sefior y ella le respondia que se encontraba en reposo, y no le parecia bien el molestarse 4 aquella hora, en que él la buscaba (1). ;Ah! Uno y otro de estos dos ex- tremos dependen d no tener el corazon el” debido aprecio del bien infinito que es Dios; porque del conocimiento del ser divino y de sus excelencias infinitas, unido 4 la cari- dad, y apreciado dignamente, nace la devocion pura, ar- diente, sincera y heréica (2). Una alma devota no teme per- der todas las cosas del mundo; porque las tiene por basura, no afligiéndole otro temor mas que el de perder 4 Dios, 4 quien aprecia mas que este mundo, y mil mas que hubiera. Y para que aprendamos en el Corazon de Maria, que amaba 4 Dios con mas intensidad que los serafines, hasta qué grado . (1) Cant. cap. 5. v 3. (2) Intelligentiam comitatur chéritas, et agnitionem devotio. Div. Bernard Serm. 4. in Dom. 1! Novem. Si
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