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—194— rable belleza de una de las virtudes del Corazon de Maria, — sin advertir al instante que junto con ella existen las de-— mas; de tal manera, que por una parte se llena nuestro entendimiento de asombro, al considerar la omnipotencia de Dios en enriquecerla, y el anhelo ardiente con que Maria trabajé para elevarse siempre mas y mas en la via de la union con su Criador, y por otra arde nuestra yo- luntad en deseos de amar 4 un Dios tan bueno, y de imi- tar 4 la que él mismo se ha dignado darnos como modelo acabado de toda virtud. ; Verdaderamente seria una temeridad el pretender medir la extension de la deyocion interna del Corazon de Marfa, hall4ndose esta Sefiora rodeada de un manto,. que deslumbra, Ja vista de los mortales; (1) pero sus ac- ciones exteriores nog conducen al conocimiento de aque- Ia, y nos la demuestran operosa, ardiente, solfcita y ~ heréica; pues no vemos 4 Maria sino lejos del mundo ae de sus vanidades y unida siempre al objeto de su amor, y ocupada sin cesar en buscar la gloria de este Dios, 4 quien ha consagrado el alma y sus potencias, y el cuer- po y sus sentidos. Cuando el angel del Sefior viene 4 saludarla de parte de Dios, Maria se encuentra sola. en su retiro, alejada de todo consorcio humano, y solo atenta 4 no-inferir el mas leve dafio al pudor virginal con la conyersacion de los hombres: (2) y si la seguimos en todos los lances de su vida, la veremos ejerciendo siempre (1) Ea-est, que velut alterum solem induit sibi. Diy. Sens de Verb. Apoc. cap. 12. ; (2) Sola in penetralibus, quam nemo virorum viderit, ne -quo font nere depravaretur affatu. Div. Ambro. Lib. 2. in Luc. 4 i 4 | mae) ? Lian heii Sa shige i esis,
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