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—189— de sus corazones como de un santuario, subia al cielo. jHabia cosa mas natural que tratar de este gran misterio con aquel, que el cielo habia elegido para testigo de su vir- ginidad, para su protector, y para protector y ayo del mis- mo Dios humanado? ;Habia cosa mas Sbvia para mantener sereno aquel corazon, 6 devolverle la. paz perdida, que el decirle que ya el Seiior habia oido las oraciones de los san- tos patriarcas, y habia bajado & la tierra? Sin embargo, Maria es tan modesta, que en medio de una de las mayo- res tribulaciones, que su corazon padecié, nada dijo de este portento, por no pronunciar una palabra que redun- dase en alabanza de si misma. ;Ah! Solo el entendimiento divino puede medir la extension de esta virtud del Corazon. de Maria (1). Era entre tanto esta virtud escondida en el corazon de la Virgen la que, mas que todas las demas, se retrat aba ois entera en su exterior; porque los movimientos exteriores son la expresion del estado interior del alma, y por la gloria que resplandece en el cuerpo, se colige la que hayen el es firitu. (2) ;Dedénde venia que tuviese tanta parsimonia en sus palabras? ;De dénde, que se vistiese con tanta sencillez? jDe dénde, que tuviese siempre inclinados' modestamente sus purisimos ojos? ;Ah! Era la mas hermosa y agraciada’ de todas las mugeres, y nadie podia mirarla sin tener al punto pensamientos de castidad y pureza. (83) De dén- (1) 0 miram Mariw modestiam! Mater Dei erat, et nemo hoc ab e& novit. Diy. Thom. a Villanoy. Conci, 2 de Annunti. (2) Per gloriam, qu foris est, gloria intus esse cognoscitur. Diy. Greg. Mag. Lib. 6. in Reg. c. 1. (3) Quum esset pulcherrima, et facie decora nimis, inspicientium oculos pulchritudine sua honestabat et sanctificabat. Div. Thom. Vill. eanc. 2, de Annune.
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