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ow Es pues nos ligan 4 él relaciones mas intimas, que las que tienen entre si los objetos del mundo material, y nece- sitamos de su asistencia infinitamente mas que el cor- derillo recien nacido de la del pastor del rebaiio. Si asi no fuera, jcémo Jesucristo se hubiera dado 4 si mismo el nombre del buen pastor? ;Cémo hubiera comprendido 4 todo el pueblo fiel en la denominacion de ovejas y de corderos? ;Cémo habria comparado su iglesia 4 un redil? ;Ah! En verdad es él aquel pastor que dej6 noventa y nueve ovejas aseguradas en el desierto, y vino 4 buscar una que se habia perdido, y esa oveja perdida era cada uno de nosotros 1 Considera pues, que Jesucristo conoce lo mas _in- timo de tu corazon, y lee todos los pensamientos de tu alma y sabe cuanto haces antes de recibirlo, y cuenta hasta los mas insignificantes deseos y aspira- ciones que has de tener despues de la sagrada refec- cion de su cuerpo y sangre, como que él es quien Ula- ma las cosas que no son como las que son. * Pero jpo- dras tii decir que conoces 4 tu Pastor 4 pesar dete- ner tanta intimidad con él, y de recibirlo en tu pecho? iNo podra él echarte en rostro lo que dijo 4 sus dis- cipulos en la diltima cena con estas palabras: tanto tiempo ha que estoy con vosotros y no me habeis cono- eido? s Sin embargo, parece ser esto contra el érden de la naturaleza, pues no se comprende, que uno pueda tener un trato intimo con otro y no lo conoz- ca, y mucho menos que se una intimamente como se une Jesucristo con quien lo recibe, y que este no tenga nocion dela bondad de aquel. Mas, si no lo conoces, tampoco lo amas: porque jquién puede amar 2 Luc. cap. 15, v. 4—* Rom. cap. 4. v. 17.—*% Joan cap. 14. v. 9.
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