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- = lujo, con sus vanidades y con sus demencias. Jesus no entra en nosotros sin que ala & apaciguar la concupiscencia, corroborar la piedad, é inflamar las almas en su amor. ;Cémo te ves tii enredada en los lazos carnales, y prefieres el amor del siglo al de Jesucristo? Sin duda que aun no tienes todo el hor- ror que debieras tener al pecado, no solo al mortal, sino al venial, y por eso no produce en tila Euca- ristia aquellos frutos admirables de gracia y de vir- tud que encierra. ;O Jesus mio, deseo espiar mis culpas pasadas, y vivir unido 4 vos en caridad per- fecta, améndoos como 4 mi cabeza y huyendo del pecado, que levanta entre vos y entre mi un muro de division. ;Ah! Vos habeis derribado mil veces es- te muro, perdonéndome mis culpas: no permitais Sefior, que yo lo leyante de nuevo. MAXIMA. Muchos hay que llevan el nombre de Cristo en sus labios y no en sus obras, y de ellos dijo Jesucristo: no todo el que me dice, Seftor, Sefior, entrard en el reino de los cielos; sino el que hace la voluntad de mi padre, este entrard enel reino de los cielos, 1 1 Math. cap. 7. v. 21.

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