BCCPAM000342-8-20000000000000

' ni tienen otro fin sino satis «as GD cm to que habia recibido de él, ;e6mopodremos nosotros gloriarnos de estar unidos 4 j esucristo, sino recibimos sus consejos saludables, ni cumplimos sus preceptos. j;Ah cuanto distan entre si las ideas y las acciones de la cabeza y lasde muchos de los miembros del cuerpo mistico de Jesucristo! Siendo este inferior 4 su Padre en la naturaleza humana, nada hacia que no lo hubiese aprendido de él, y se gloriaba de esta dencia en que vivia. 1 De ahi es que no se glo- ificd d si mismo, para hacerse Pontifice: + y cuando lleg6 el momento de ofrecer su vida en sacrificio, y lo rodeaban por una parte los torrentes dela iniquidad del mundo y por otra los horrores inminentes de una muerte cruel, no rehus6 padecerla, aunque el solo pensar en ella lo hizo agonizar: antes por el contra- rio dijo 4 su Padre con humildad: Padre, no se haga como yo quiero, sino como té lo has dispuesto. s Esto hacia nuestra cabeza: masjcuén desemejantes somos nosotros 4 ella, si quizés no somos enemigos! La ma- yor parte de nuestras acciones son inspiradas por la concupiscencia de lacarne y la soberbia de la vida, fade nuestra ambicion y adquirir un poco de gloria mundana ;O Dios! j;Qué erencia tan espantosa, 6 mejor dicho, qué oposi- cion tan horrible entre la cabeza y los miembros de un mismo cuerpo! Considera pues, alma cristiana, que diciendo Je- sucristo que quien come su carney bebe su sangre, mora en Cristo y Cristo con él, « es una contradic- cion manifiesta que te acerques 4 la sagrada mesa, y al mismo tiempo viva en tu corazon el mundo con su 4 Joan. cap. 8. v. 28.—2 Hebr. cap. 5. v. 5.—% Math. cap. 26. v. 37.—4 Joan. cap. 6. v. 75.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz