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— 1165 — jAh! Comprendia aquella mujer santa, que Marfa siendo su parienta fuese 4 honrarla con su visita, pues se amaban las dos con el afecto que une & los miembros de una misma estirpe: pero, que Maria — hiciese esto llevando en su seno al rey de los cielos, | era una cosa que no cabia en su mente, pues sabia = Maria distaba de ella por su dignidad mas que ista el ciclo de la tierra, y que si se comparaba con el Hijo que traia en su seno, no era sino polvo y nada. Pero, jqué diferencia no hay entre aquella visita y la que ‘Dios nos ‘hae'4 nésotros en la Eucaristia? Alli iba Jesucristo 4 visitar 4 su precursor para san- tificarlo, y entraba en su casa llevado en el vientre de su madre y oculto alli como el sol entre nubes, y era esto en verdad un favor singular, que Dios le dispensaba. Pero no sucede lo mismo aqui, pues no es solo la gracia de la santificacion la que Jesucristo nos trae, sino que se nos da 4 si mismé con la ple- nitud de todas las gracias, lo que es el mayor favor que puede Dios dispensar al hombre en esta vida: y es este favor tanto mas distinguido cuanto mas se _Tepite, pues no se reduce & una sola vez, sino que nos enriquece con él cuantas veces queramos abrir- le nuestro pecho. j;Ah! Muchas son las veces que Jesucristo te ha dispensado este beneficio inefable, alma cristiana: pero entre tanto, cuando con los ojos de la f6 contemplabas 4 este Dios amantisimo, vi- niendo del cielo 4 visitarte, jle has dicho jamés_ con humilde asombro, de dénde me viene eutaue el Se- fior me visite? Sin embargo, jcémo es posible acercarse 4 la sa- grada comunion, sin considerar antes atentamente = > een ie eer (iin

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