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— 118 — con la cual cooperamos 4 la obra de nuestra santifi cacion, que el mismo opera en nosotros. ! + (Re Considera pues, qué dicha es la tuya en tener dentro de ti 4 quien te ha redimido de la culpa, te conserva en su amistad, y te ha de coronar de gloria. yPodrds dudar del perdon de tus pecados? ;Vacila- rés jamds en tu esperanza? Si vuestros pecados fue- ren como lagrana, dice 4 los hombres el redentor, han de ser emblanquecidos como la nieve. : Entra pues, alma mia, llena de fe en ese baiio de sangre que se ha formado de las fuentes de salud, que bro- tan de los piés, de las manos y del corazon de tu Redentor divino, y saldras mas blanca que la nieve, mas hermosa que los cielos, y vigorosa como un at- leta para combatir contra tus enemigos. O Jesus mio, consuelo de mi corazon, esperanza mia, jcudntas veces hubiera bajado mi alma 4 los abismos, si vos no hubieseis presentado 4 vuestro Padre el mérito infinito de vuestra sangre? Mil veces, Sefior, me ha- beis redimido, porque mil veces me habeis perdona- do, y habeis tenido compasion de mf: yo espero que me redimireis siempre y por siempre, sosteniéndome con vuestra gracia, para no decaer jamés de vuestro amor. MAXIMA. El pecado mayor que comete el hombre, es el de la desconfianza en la misericordia divina, porque es una injuria hecha 4 la obra mas grande de su omni- potencia y de su amor, que es la redencion por la pasion y muerte del Hijo de Dios. 1 §. Leo. M. de jejun.—? Isai. cap. 1. ¥. 18.

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