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= $0 = tro padre celestial que oigamos la voz de su Hijo,” no nos hemos de acerear 4 la sagrada mesa sin haber antes unido nuestro dnimo con el de la santa Igle- sia, anatematizando y detestando todas las doctrinas que son contrarias al honor y 4 la gloria de nuestro amado Jesus. Pero, je6mo puedes ta hacer esto, alma cristiana, si en tu modo de vivir y de pensar to conformas con los mundanos, que se apartan de la verdad, y se dedican 4 fabulas, enseiiando que todos los placeres serisuales son licitos, que Dios no es tan severo, ni castiga con tanto rigor, y que puede aunarse la vida disipada del mundo con las pricticas cristianas? ;C5mo podrds aprovechar en la doctrina de Jesucristo, si pasas tu vida en inquirir novedades de ¢osas transitorias y aun perjudiciales? ;O suerte miserable la de los cristianos de nuestros dias, que apenas dedican un momento 4 Jesucristo, y pasan los dias, los meses y los afios, afanados en saber no- ticias profanas! ;Ah! No seas ta del nt&imero de los necios quéesprecian la ensefianza de su maestro. Jesucristo pasd toda su vida ensefidndonos 4 noso- tros: pasémosla nosotros oyendo siempre su voz, y digdmosle con sus verdaderos discipulos: Seftor, gd quién iremos? Vos teneis palabras de vida. » PUNTO SEGUNDO. Es sumamente admirable la conformidad omnimo- da que hay entre las palabras y las obras de Jesu- cristo: porque tratando este divino maestro sobre el modo de obrar de los fariseos, dijo que ensefiaban la ley, pero que no la observaban: s mas él nada en- ¥ Luc. cap. 9. v. 35.-? Joan cap. 6. v. 69.-9 Math. cap. 23. v. 3.

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