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- mi, y yo para él. 6 , a a. Yo soy, dice 61 mismo 4 cada una de las almas, el Settor tu Dios, fuerte y zeloso: 1 yo zelé d Sion con gran zelo. * ;Ah! Y jc6mo no tendré zelo el que en- contr6é nuestra alma como criatura recien nacida, arrojada en una plaza, bafidndose en su sangre, abandonada, expuesta & ser devorada por las fieras, conculcada por los transeuntes, s y la tomé y la Sion esposa suya? El Sefior tomé 4 la esclava, Dios adopté 4 la criatura, el rey se desposé con la sierva. jCon qué derecho no exigiré de esta el corazon, el alma, el cuerpo, la vida y todo cuanto tiene, para que ella y él como esposo y esposa sean dos en wna misma carne? « Piensa por tanto, alma cristiana, no solo que toda te has de dar 4 Jesucristo dntes de desposarte conél en la Eucaristia, sino que te has de lavar y hermosear cual conyiene 4 la esposa del rey inmortal de los siglos. Mira si tienes en tu dedo el anillo de la fidelidad, si penden de tu cuello las on de oro y plata, es decir, de inocencia y e caridad, que tu esposo te regald, y si toda ta eres aquella alma hermosa que no tiene mancha alguna. Vistete pues, de todas aquellas joyas, y cuando veas venir 4 tu esposo, sal 4 su encuentro, y dile con amo- rosa ternura: venga mi amado d su huerto y recréese en el fruto de sus manzanos: 5 mi amado es todo para Aunque sea muy diferente el modo como se une Jesucristo en la Eucaristia con cada uno de los hom- “"d Exod. cap. 20. vy. 5.—3 Zac, cap. 1. v. 14.—® Ezeq. cap. 16. y. ae Mat. cap. 19. vy. 5.—5 Cant. cap. 5. v. 1.—® Ibid. cap. 2. v. 16. a er ee a ae ee

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