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4 un objeto sin conocerlo? Y siendo esto asi, no son perfectas las relaciones entre ti y tu pastor, pues ni tienes conocimiento de sus bondades, ni percibes los ecos de su voz duleisima, ni lo sigues cuando él te convida con la suavidad de sus pastos saludables. j;Ah! Si queremos conocer 4 nuestro pastor divino, es necesario que sea él nuestro pensamiento habitual, -consideremos con atencion su vida, meditemos mente su pasion y muerte, y nos detengamos 4 contemplarlo en la Eucaristia, donde lo ha encerra- do el amor que nos tiene. Cuanto mas nos interne- mos en el conocimiento dé las obras de la caridad divina, tanto mas se inflamardén nuestro corazones en su amor, como nos lo ensefia el profeta por estas palabras: se encendié mi corazon dentro demi, y en mi meditacion arderd el fuego.1 O Dios mio, he perdido tantos afios en aprender cosas vanas € iniitiles, y aun nocivas 4 mi alma, contenténdome con una no- ticia efimera y superficial de las cosas celestiales, por seguir la corriente de un mundo reprobado. Acabése mi ceguedad, 6 pastor divino de mi alma: vos, Sefior, me habeis cargado sobre vuestros hom- bros, me habeis acariciado tambien, siendo asi que yo no mereceria sino ser reprobado. Os seguiré pues en todas mis obras, para entrar algun dia en los pas- tos del cielo, ‘donde sois con el Padre y el Espiritu “santo, luz verdadera, hartura plena, gozo consuma- “do, y felicidad -perpétua para los escojidos. Asi sea- * 1 Psalm. 38. vy. 4—* Orat. Div. Thom. Aquin. ins , es ag
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