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5 sinceridad correspondiente, con ánimo de decir todos sus pecados y notables circunstancias, hu- millándose á la debida satisfaccion óÓ penitencia que se le imponga; como el. pecador vaya asi dispuesto, es de fé que se le han de perdonar precisamente todos sus pecados, siendo sn confe- sion la complacencia del corazon de Dios, la ale- gria de los cielos, y la reforma del cristianismo. ¿Pues de dónde viene que siendo tantos los que se convierten en las Santas Misiones, no se advierta reforma alguna en las costumbres? Esto nace por necesidad de que la conyersion no se ha establecido con solidez. Aun cuando la confe- sion haya sido buena, lo cual es raro, Ó no tan frecuente como se piensa, sí despues de confesar no se toman medidas enérgicas paru precaver las recaidas del pecado, precisamente habrá de su- cederle al que se confiesa, lo que le sucede aj enfermo que apenas escapa del peligro, sale al aí- re esterior, come y bebe como antes, sin que- rerse cautelar en la convalescencia: volverá á caer sio remedio en su primera enfermedad, y la recaida-será tanto mas peligrosa, cuanto que, se espondrá por ella 4 uua desgracia dificil de evi” tar. ¡Triste suerte la de un pecador que despues de haber cansado la paciencia de Dios en espe=

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