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34 de los casamientos. El espírita de consejo, que es el desplorador de la voluntad divina, no puede tener entrada en semejantes ocasiones. Cuando se tiene delante de los ojos el objeto que arrebata los afectos del corazon, cuando se babla con él; cuando se le tiene inmediato, no es ocasion de tratar un asanto tan grave, como que su desen- lace ha de ser en el tribunal de Dios. Estos ca- sos deben estar muy distantes del que busca su salvacion: eo ellos las furias infernales andan de- sencadenadas, rodeando estas víctimas del amor profano para inspirarles ídeas atolondradas, que mientras mas lisonjeras se presentan; mas dis. tantes están de promover su felicidad. Para po- nerse en manos de Dios, y conocer cual es el estado mas conforme 4 su santísima voluntad; es menester prevenirse y huir anticipadamente de aquellos objetos que aprisionan el corazon, y ro- ban su libertad. El alma debe estar en tal in- diferiencia que sea en las manos de su Dios lo que el barro dócil y blando en las del alfaharero, para que pueda disponer y hacer de él lo que quiera, y sea de su agrado sin resistencia algu- na de las pasiones. El tiempo oportunísimo para esto es el de la segrada comunion. Cuando el alma ya reconciliada con su Diosse une á él por

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