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170 manantial fecundo de delicias, que subirian has= ta la vida eterna. Alma. Señor, dadme de ese licor suavisimo, que por él suspira mi corazon: comunicad á esta alma desdichada alguna partecita de esos bienes inagotables que quereis comunicarme: mirad que soy muy pobre. ¡Oh Dios rico en misericordias y en bondad! Compadeceos. de tan grande men- digo, cuya pobrecita casa acabais de visitars/ben- decid, Jesus mio, huesped amantísimo, todo mí cuerpo, mi alma, mi sangre, mis entrañas, mí vida y miembros, en los cuales os habeis hospe- dado, y hoy morais: bendecid mi lengua, mi pa- ladar, mi pecho, y aquella hora y momento en que os habeis dignado visitarme: bendecid todos mis pensamientos, consejos, obras, palabras, oficios, cargos y movimientos. Apagad en mí los deseos todos de la tierra, y obrezadme con la ardiente fuerza de vuestro sanlo amor. Sea yo víctima del fuego sagrado que arro= ja ese corazon, que me encienda, que me inflame, que me consuma juntamente con Vos, de modo que viva abstraido de toda criatura, y aun de mí mismo : dirigidme por el camino vuestro: ense ñadme á hacer vuestra voluntad santísima: au- mentad en mí la Fé, la Esperanza, la Caridad y