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163 mi dolor y de mis lágrimas, que él mismo ha plantado y producido.» Pero dime, amor mio, ¿qué ves en mí para quererme tanto? Jesucristo. Yo soy la flor del campo, y el lirio de los valles (1), y nada deseo tanto como el comunicarme á mis criaturas. Mi amor (2) es fuerte como” la Muerte, y no tengo mas placer que amar á quien de tal modo ha que- rido, que su amor me ha quitado la vida. Sí, hija mia, yo te amo tanto, que cusi no me acuer- do de tus infidelidades y pecados, y solo quiero entregarme todo 4 tí. Nada te he de reservar, junto á tu corazon me he de poner. «Yo te to- maré de la mano (3), te introduciré en la pie- za donde tengo el vino mas esquisito, te acerca- ré 6 la llaga de mi Costado, y te diré, come, embriágate, amiga,¡O si tu desfallecieras de amor como yo desfallezco por tíi!. Yo pondria mi ma— no izquierda debajo de tu cabeza (4) con mi de- recha te abrazaría, Bescansarias en mis brazos, y yo mandaría á las hijas de Jerusalen que no despertasen basta que tu quisieras (5).» ¡0 si tú supieras, esposa mia lo dulce que es el amor! Haz la prueba, acércate á mí, y lo veras. (1) Cant..8. 6. (9) ib. 2. 1 (3) b. 4. (4) líb. 6. (5) ib. 8. A,
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