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185 No, nú mietezco] que me volvais ó llamar bijo. Soy un pérfido. Soy un ingrato... pero ¡oy vi- da mia! tened siquiera por compasión y lás— tima la bondad de' hacerme criado: de vuestra casa... que viva junto á Vos... que os Sitvt. que vea yo esa cara amorosa y dulce, quetan- to ha hecho por este infeliz. Pero... ¿Qué es lo que oigo... es posible..? ¿Con qué, Jesus mio, me perdonais...? ¿me lla- mais todaviB- hijo? ¿Y vivo..? ¿Y ono muero aqui de amor..:?¡0 pasmo! ¡O asombro! ¡O boudad inefable! Ya siento que sus brezos-caen sobre mi cuello: que sus lagrimas mojan mis mejillas: ya advierto que me aprieta á su corazon, ya oigo que me dice, yo te perdono, hijo de mis entrañas: tu eres mio, yo he de ser tuyo.» Ea, pronte ven- gan mis ángeles los criados de gi palacio eterno, traigan el vestido mas rico, el cólzado mas esqui- sito, el anillo mas precioso, que es mi hijo, y como híjo mio lo van á ver las gerarquias del cielo, ves- tido y adornado. Ea, quese prepare el banquete, que suene la música deliciosa, que se perciban en todas partes las señales de mi placer y de mi con- tento, porque mi hijo que habia perecido, ya le re- cobré. El aliento mefalta al'oír palabras tan de- liciosas, el corazon no puede resistir mas: yo me

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