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121 ro pensamiento... Alli tus ingratitudes, y losbe- neficios innumerables que Dios te hizo... Alli el juez reconviniéndole... Alli el Angel de tu guarda y los demonios acusándote.... Tu misma concien- cio te será insufrible, porque pudiste... y uo qui- siste... ¿Cuál será tu amargura en lancc lan a- purado. ¿Qué sentercia escucharás?.... Afectos. ¿Será posible, Señor, que esas lla- gas, esa sangre que ahora piden por mí perdon y misericordia, se han de convertir contra mi, en el juicio? Esos lábios lan cariñosos, que dan el dulce ósculo de paz al alma arrepentida, han de ser los mismos que prouuncien sentencia de condenacion? ¡Ay de mí! Eso será si ahora no acudo á tus pies, no los riego con mis lágrimas. Mírame, Señor, con misericordia. Mi Padre eres, mi consuelo, mi Jesus, wi Salvador. ¿Pues por qué me has de condenar? Propósito. Si yo me juzgo ahora, no seré juz- gado severamente despues de la muerte... Yo voy á ser juez de mí mismo... Desde ahora senten- cio 4 mis sentidos á que bo se distraigan por los objetos pecaminosos...... A mi carne á la ma- ceracion, mi boca al silencio... Accion de gracias. Cuantos han pasado ya por el juicio de Dios, mientras que yo he estado pe-

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