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95 da, en la cual iba nada menos que eee el buen nombre de un Obispo? ret day Pues bien: nada de esto se hizo; y hey que decir que, mirando las ‘cosas por un solo lado, el Gobierno tuvo toda aquella prudencia de que “habla Jesucristo euando dice que los hijos de este mundo som pruden= tisimos para sus negocios (1). En juicio contradictorio hubiera resultado un efecto contrario 4 lo que se desea- ba, y era que el que era presentado con color negro, hu- biora aparecido blanco, y viceversa.. Esto nos- emmaipes 4 una digresion. Se ven hoy dia en la sociedad ciertas cosas que; por prudente y sesudo que sea'un observador, no acierta a darlas wna calificacion exacta. No hay guid: mas comun que el oir 4 ciertos hombres hablar de rectitud, de im— parcialidad; de justicia, de integridad, y de moralidad para todos y en todo. Entre tanto se ve 4 esos mismos hombres, hoy macilentos como las vacas de Egipto, y al poco tiempo rozagantes y robustos como‘caballos de regalo: andan por poco tiempo entre arenales risuefios, y no siendo las arenas de oro, cargan, sin embargo, mas sacos que pudieran dar las Californias 4 un reco— gedor avaro que las buscara por espacio de veinte afios. Lo ven eso todos, lo saben todos, y con la mayor facili- dad del mundo cada uno resuelve el problema de la transicion de la escualidez 4 la lozania; y por cierto no es‘el problema muy intrincado, para no resolverlo muy matematicamente. Y esos magnilocuentes de sen- tencias sonoras que nada valen en sus labios, campan y triunfan, mostrandose ufanos en la aristocracia mo— netaria, que todos ven que se improvisa en estos tiem— pos, vordaderamente de oro. , Esto, es verdad, sucedié siempre, aunque como cosa (1) Luc. , cap. xv1, vers. 8.

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