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% : los hoinbres y os persigan, diciendo cosas malas con— tra vosotros mintiendo por . ‘Mi conciencia me decia que-era mentira “dicho, yque esta mentira erapor el nombre de: Cristo gual tenia que ‘ser micondicta como Obispo? Sufrir eon: paciencia ‘y humildad,y entregarme en un todoen manos de Dios, pues es eso lo que ensefia Jesucristo, asegurandonos que ni un pelo de nuestra cabeza se ha de a padecemos por st amor (2)..°') 8 0» cla Debo dar gloria 4 Dios; y'se ladoy-publica y soleni- nemente, pues toda gloria'es de él. Dignose ‘este’ seflor benignisimo anadir 4 la humildad yla paciencia una alegria de espiritu que solo conoce quien la recibe; Aun- que hubiera hecho esfuerzos de gigante; no’ hubiera _conseguido la tristeza apoderarse de mi alma. Dijome el digno Gobernador de Cadiz; después de concluidoun escrutinio que duré seis horas, ‘si queria formular algu- na protesta; y le contesté que'no, pues otro que es mu- cho mas que yo protestaba por mii, Dijome algun tiempo despues ; estando comiendo4que le llamaba Ja aten— cion el verme tan jovial y festivo em aquellos momentos, como‘lo labia’ estado desde que’ entré. en su presen- cia en calidad de arrestado, y le éontesté que no Joes _ traftase, porque aquel dia era el mas glorioso quevhabia tenido en toda mi vida. Al ser encerrado en’ Mac separarse de mi el:aterito jefe de 6rdenpublico, mé dijo - que tenia ‘un sentimiento prdéfundo' de hhaberme ono= cido-eon motivo;tan: triste; y yo letontesté que, al’con-" . trario, tenia lamas completa. ‘satisfaccion en: haberlo conocido 4 él con tal dcasion, ‘pues se me habia cum— plido lo quie desealia mucho, que era el. ser encarcelado sin que mi conciencia me réprendiese de nada. El tran~ ce era fuerte: era precisamente aquel que el-Principede Fy Math., cap. v, vers. 11. (2 Luc., ‘cap. XXI, vers. 18.

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