BCCPAM0001173-3-0400000000000

148 4 Me llam6 sobremanera Ja atencion que. un mgzo, que apenas representaba veintidos afios; viniese con una’ embajada tan grave y trascendental.' Le dije que se sentase, y despues de preguntarle su nombre, le con— testé lo siguiente: «Estrafio mucho lo que ‘V. me dice de érden superior: no tengo ningun quehacer| ni en - la fragata Zaragoza ni ‘en Nueva-Yorck: mis queha- ceres son aqui 6 en Espafia: si se me dijese qué me fue- ra 4 Espafia, pase: pero ;4 Nueva-Yorck! De todos modos, diga V. al general que, eso mismo que me dice dmpalaings me lo diga de oficio, pues soy el Obispo.» . Retirose el ayudante , y al punto empezaron 4 venir al! vapor sacerdotes y fieles, saludandome todos con afec- to’y respeto , y lamentandose de que el infierno'se hu= biese’ conjurado contra mi, y diciéndome todos unéni-— mes que los autores de esa conjuracion eran Fulano, Mengano y Zutano, y me los nombraban.,Y hay que _ advertir que me los estuvieron nombrando los cuatro dias, y han seguido nombrandomelos en cartas.que me eseribieron 4 Nueva-Yorck , no solo personas eclesiasti— cas, sino hasta jefes de voluntarios. No recordaré los . nombres; solo, si, recuerdo que ninguno es voluntario. _ Hallandome. rodeado de varios sacerdotes, se me anuncié la legada de una autoridad, aunque no la que tenga que ver nada con el Obispo, si no es para cosas puramente municipales. La recibi, segun costumbre, disponiendo que se retirasen cuantes me acompaiiaban. Al punto adverti que, de resultas sin duda de mi res- puesta al ayudante del general, habia habido cambio de escena. «Vengo, me dijo, 4 notificarle 4 V. que se pase 4 la fragata Zaragoza.—No tengo para qué ir 4 la fra- gata Zaragoza, le contesté:—,Qué mas le da 4 V. es- tar aqui 6 alli? — Nada; escepto que aqui me conocen todos, me respetan y me cuidan mucho, y yo los co— nozco 4 todos, mientras no conozco 4 nadie en Ja fra=

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz