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144 toria de tres meses. Solo, si, diremos que desde nuestro retiro doméstico sabiamos cuanto ocurria por fuera: sa— biamos que él mismo individuo que habia fijado en las esquinas y llevado 4 los cuerpos de guardia de los vo~ luntarios las proclamas contra el Obispo, y que habia estado retenido hasta el 13 de octubre-por esa causa, habia salido de su reclusion en ese mismo dia. Supimos que se deseaba saber por un personaje 4 qué hora pen- sabamos embarcarnos por el Muelle de Caballeria, que es aquel donde afluye mucha gente ociosa. Al ofre- cérsenos una magnifica falia de parte de una alta re- presentacion para que fuésemos en ella 4 bordo del va- por, y al rogarsenos que dijésemos la hora de nuestro embarque, dimos las gracias por tanta cortesia, envian- dole 4 decir que, en caso de embarcarnos, tendria cono- cimiento de ello, ‘ Suponiase que nuestra salida seria solemne yempren- dida desde nuestra santa iglesia catedral 4 las cinco de la tarde. A las tres nos fuimos al muelle de Luz, que dista un cuarto de hora del paraje llamado Muelle de Caballeria, donde tomamos una falta preparada de an- temano, y nos acompaiiaron al buque unos veinte sacer- dotes. Una hora despues vino un comisario de policia, 4 ver si era cierto que el Obispo estuviese 4 bordo. A las cinco y media zarpé el vapor, y al pasar por frente al muelle de Caballeria, donde habia mucho pueblo, se oyeron dos voces que dijeron : jMuera el Obispo! Ellos sabran por qué lo dijeron, y cuanto recibieron para decirlo. Tenia yo demasiados motivos para acordarme, al oir la misiva de ofertas tan contrarias 4 lo que se me estaba haciendo hacia tres meses, de lo que habia apren- dido cuando no contaba sino once afios. Z#meo Danaos, et dona ferentes, Una respuesta ambigua, al adelantar un movi-

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