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143 en gerarquia eclesidstica , como lo declaré el Consejo de administracion en su informe del mes de febrero, el Obispo era respecto del Gobernador superior civil una especie de Vicario foraneo para trasmitir sus drdenes 4 los curas de su jurisdiccion. Y el mismo Gobernador podia emprender impunemente cuanto quisiese respecto _ de la jurisdiceion espiritual, anulando las érdenes del - Obispo en el gobierno de las iglesias de su didcesis, y compeliéndole 4 levantar censuras y suspensiones. La ley lo autorizaba , y los jueces asi se lo decian. Magnifica ocasion se presenté 4 los revoltosos: el Obispo, ausente en visita, nuevas leyes, nuevo dere- cho, todo les vino de molde para frecuentar ciertos sa— lones, quemar alli mucho incienso, recordar muchas cosas pasadas, suscitar muchas rencillas, azuzar las pasiones, sembrar en unas y en otras partes la zizaiia, y recalentar ciertos personamientos altivos y orgullo— sos, para lograr tener sus transfugas, y llegar, si po- dian, hasta 4 formar algun Proteo de una de las des— iealtades mas innobles. En ese estado encontré la capital de mi didcesis, al volver de visita 4 mediados de agosto de 1869. Tribu- taré todavia un homenage 4 la verdad, diciendo que por todas partes recibi obsequios de los voluntarios, pues sus jefes me acompaiiaron varias veces en el camino, y ni al llegar 4 la Habana, nien mi permanencia en ella, fai éfendido de ninguno en lo mas minimo. Grandes y muy trascendentales cuestiones de de- recho eclesiastico se suscitaron entonces ; se aglomera— ron los negocios relativos 4 competencia como sé habia — visto pocas veces, pasando asi dos meses, hasta que en 15 de octubre sailf de la Habana, dirigiéndome 4 Cadiz, donde acaecié lo que ya tengo referide. El decoro debido 4 toda persona no permite abrir un libro cerrado con algunos sellos , el cual encierra Ja his-
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