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136 al Parroco, se encontraroncon queel Obispo habia cogido la delantera 4 todos, y habia arreglado en un instante con palabras de paz lo que se creia ser un monte muy prominente que encerraba monstruos. Nada tuvieron que hacer sino volverse el mismo dia. Asi las cosas, emprendi de nuevo la Santa Visita en la villa de Giiines, y la continué por Madruga, Bo— londron y el Mariel, 4 donde fui el 10 de agosto. Entre tanto llegé un nuevo capitan general, 4 quien fui 4 vi- sitar desde Gitines el 2 de julio, mary inensic al si guiente dia 4 esta villa. Gran horizonte aparecié para los piehaiingiince ocul- tos de la armonia entre las dos autoridades superiores con la separacion del general Dulce y la venida de un sucesor. Aquel conocia muy bien los manejos ocultos de los discolos , pues mas de una vez me habia dicho que no se cansaban de ir, casi dia por dia, 4 meter zizafia. Por otra parte, debo decir, para su buena memoria, que no le gustaba mucho ingerirse en las cosas de la Igle— sia ; y recuerdo 4 propdsito de esto dos cosas: primera, que habiendo recibido una érden del ministerio de Ul- tramar fechada en 10 de marzo del mismo aiio, por la cual se le mandaba que resolviese por si solo toda cues— tion que surgiese entre él como vicepatrono y el Obispo, no quiso que se publicase en la Gaceta, por mas que se — empeiiaron en ello ciertos dulicos: segunda, que ha— blando un dia con él respecto 4 los curas que habia te- nido que aprehender, me dijo estas palabras , las cuales revelan el caracter de aquel general: Se#or Obispo, en cuanto al gobierno de las cosas de la Iglesia yo no me quiere meter sino lo indispensable; porque tengo con- ciencia de que, en cuanto tocamos a cosas de la Igle- sia, tenemos manos de escomulgado. Era este general muy observante del derecho: asi es que jamas salié de la capital sin pasarme antes una
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