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135 pado, y que lo detuvieran. Vinieron, en efecto, los vo- luntarios seducidos de Santiago 4 las once de la noche a la casa de mi morada: fueron disuadidos de su proyec- to temerario 4 instancias del presbitero D. Francisco Gispert; pero fue con la condicion “ que el comisario de policia hiciese lo que he referido despues de amane- cer. Precisamente estaba en la Habana el Gobernador hacia veinte y cuatro horas, y llegé al poco tiempo es- tando yo en la iglesia, y se concluy6 todo. _ Teniendo yo la conviccion de lo que eran los volun- tarios, nada me intimidaba; asi es que hacia el 10 de ju- nio sucediéd que enel pueblo, llamado Madruga , sobre— vino un conflicto muy grave entre el Parroco y los vo- luntarios; y subié la exaltacion 4 tal punto, que estos rodearon la casa del cura, y lo custodiaban con arma al _ brazo.. Didseme cuenta por mi Secretaria del conflicto, pin- tandomelo como un asunto de la mayor gravedad y de riesgo inminente de algun gran desacato. Eran las diez del dia: en el acto envié un telégrama al Gobernador de Gitines, -suplicéindole que se dignase trasmitirlo 4 la autoridad. civil de Madruga. , diciéndole que 4 las cinco de la tarde se me esperase en este pueblo. A las cuatro y media llegué 4 Gitines, donde fui recibido por toda la oficialidad de los voluntarios, teniendo 4 su cabeza al digno Gobernador. Coneluido. un corto momento de conversacion con todos, pasé 4 Madruga, y basté eb solo anuncio de mi llegada para que los voluntarios, como corderos, se fuesen 4 su casa; y al llegar me es— peraban todos en formacion, y me hicieron los hono- res de la Ordenanza militar. Todo quedé apacigua- do y remediado: y cuando al siguiente dia llegé al pueblo una comision de jefes de graduacion de los mis- mos voluntarios, enviada por el general desde la Ha— bana para que formasen causa 4 los que hubiesen faltado Stse ea aa eae

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