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131 nejos ocultos, y hasta traiciones. Y esto empezé 4 verse en la Habana tan pronto como el general Dulce, de cuyos sentimientos de espafiolismo no es posible dudar, dicté en enero de 1869 algunas providencias , con las cuales creyé que iba 4 atraer 4 los insurrectos. No hay para qué ocupar la atencion en este particu- lar: solo diremos que esta zizaiia‘empezé 4 estar como incubandose en los corazones de los voluntarios, hasta que llegé la ocasion de que saliese 4 luz. ,Hubo enemi-~ gos ocultos, hasta cubiertos con el uniforme de volun— ‘tarios, que fomentasen esta discordia, aparentando con palabras gran celo por la integridad nacional de Espa- Tia? Lo ignoramos; pero decimos que las sectas secretas estan trabajando alla y aca, hace muchos afios, para sembrar el odio entre insulares y peninsulares; y que asi como no faltaron quienes, con pretesto de mejoras ficticias, pintaron a] gobierno de la metrépoli situacio- nes imaginarias, y le indujeron 4 que retirase la mano suavisima de las contribuciones indirectas para que la sustituyese con la personal y directa, loque era para los habitantes de Cuba una mano de hierro; asi como en— tonces sembraron el engario en las regiones altas para levantar despues 4 las masas populares, y para quitar al Gobierno una fuente de riqueza, y dejar las arcas vacias por falta de entradas, asi tambien entonces pudo suceder que anduviesen manos habiles en ese negocio para dividir los animos de los defensores del derecho y la justicia, y poderlos vencer con la intriga, ya que veian que no podian hacerlo con Jas armas. No afirmamos nada de esto; pero tememos que sea asi, cuando se han visto los mismos sintomas respecto del general que sucedié al malogrado D. Domingo Dul- ce, y aun esta acaeciendo otro tanto én estos momen= tos, cuando esta al frente de los negocios uno de los hombres que han dado pruebas las mas inequivocas del
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