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104 nerse en investigar la vida’ del projimo, el descuidar mucho la regularidad de la propia; el no tener un: ver- dadero valor varonil para salir 4 una arena de combate con nobleza, con hidalguia, 4 lo caballero, esgrimiendo armas iguales y siempre propias de eaballero; espada, _ ho puiial; lanza, no dardo; palabra franca; no sofismas; _ yeuando la lid es literaria, escritos que leven: el nom- -bre del autor, no andnimos, pues el andnimo 6 el pseu- dénimo son en el palenque de las letras lo que es el putal del asesino en el esterminio del varon mile y del caba- Hero leal. _ A propésito. de sata socal una ocurren- cia en la cual yo mismo fui actor, estando recorriendo las 'regiones de Malabar en 1863, como Secretario de una Comision de la Santa Sede, y la referiré en pocas palabras , protestando que no intento aplicarla 4 nadie. Sabido es que aquellos paises se encuentran 4 los once grados de latitud Norte, y por consiguiente bajo el sol abrasador de la zona térrida: nadie ignora ademas que los habitantes de ellos‘son muy parcos en su comida, — ‘pues por efecto de las supersticiones de la India no co— men carne de animales, manteniéndose con leche, arroz, yerbas, y plantas tuberculares, todo lo que la tierra produce con abundancia. Ademas, la raza semi— tica es por naturaleza indolente y de poca corpulen— cia, y sobre todo muy amante de estarse hasta el dia entero, hombres y mujeres, sentados en cuclillas. Basta decir que yo he visto en Bombay 4 un barbero sentado asi en la ealle, haciendo la rasura 4 un hombre que estaba en la misma postura, lo que me represents unacomo comparsa de monos: baste decir que alli los cocineros estan sentados en tse para componer sus guisos. Me hallaba en Mecesainin, en compafiia del Vicario apostélico , y estabamos tratando del modo de compo— “a

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