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DIA DECIMO. 355 de la falta de proporciones para su santificacion en la órden, ¿cuál seria su confusion delante de Dios y de los hombres” ¿Qué ha omitido la religion para su provecho? ¿No ha empleado todas sus riquezas espirituales para ins- truirla, para ilustrarla, para animarla, para fortalecerla, para levantatla si cae, para sostenerla despues de levan- tada con ejemplos edificantes, con frecuencia de sacra- mentos, con la continuacion de las horas canónicas, con la oracion mental, con las mortificaciones de su institu= to, con el retiro de los peligros, con el apartamiento de las malas ocasiones, y con otra infinidad de dolores, tra- bajos, enfermedades y tentaciones, que segun el órden de la divina Providencia, eran medios muy proporcio- nados para su santificacion? ¿No podia decir Dios á la Religiosa, lo que dijo á Israel en otro tiempo: qué mas debí yo hacer por tí que no haya hecho? Yo te he sacado del Egipto del siglo: yo te he conducido á una tierra de promision, yo te he mantenido con el maná celestial, yo te he abrigado debajo de mis alas para librarte de todos tus enemigos, yo te saministré armas para resistirlos, para rechazarlos y vencerlos: Quid ultra debui facere, eb non feci? ¿Qué mas pude hacer por tí? Mis ilustracio- nes, mis gracias, mis Angeles, mis Sacerdotes, mis tem- plos, mis sacramentos, todo lo empleé para favorecerte: nada te pedia superior á tus fuerzas: nada te era impo- sible con los socorros de mi gracia: no puedes quejarte de mí ni de mi providencia; pero yo debo ahora exami- nar qué quéjas he de formar contra tí, y pesar en la ba- lanza fiel de mi justicia el abuso criminal que has hecho de tantas misericordias. Cuarto. Este es el punto decisivo: ved ahí el término fatal, y el desenlace de este peligroso procedimiento. El Evange- lio nada nos anuncia sobre esto que no sea formidable y funesto. El Hijo de Dios le pide fruto á una higuera, y
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