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DIÁ DÉCIMO. 353 neficio admirable de esta vocacion. ¿Cómo has corres- pondido á ella? ¿Qué virtudes has adquirido y practica- do? Si yo te hubiera dejado en el paganismo, ¿cuál seria tu desventura? Si yo no te hubiera arrancado del siglo, ¿cuál seria tu desgracia? Si hubiera llamado á otras don- cellas mas humildes, mas obedientes á sus padres, mas modestas, mas puras, mas laboriosas, mas veraces, ¿Cuá- les serian sus progresos en la perfeccion, su agradeci- miento á mi bondad y su correspondencia á mis bene- ficios? Redde rationem: Dame cuenta de estas gracias recibidas, de estos talentos que te he dado, y de las gran- des obligaciones que en sí contienen. Seyundo. Con efecto, venerables Religiosas, todas las gracias del Señor llevan consigo ciertas y determinadas obliga- ciones, y éstas se aumentan y agravan á proporcion que aquellas se multiplican. No debeis por tanto extrañar, que siendo la gracia de la vocacion religiosa tan singu- lar y apreciable pida de las almas á quienes se confiere una perfeccion mayor y una santidad mas excelente que la del comun de los cristianos del siglo. Todas sabeis, y ya os lo he dicho en otros dias que el estado religioso esencialmente consiste en el sacrificio entero que nosotros hacemos de nosotros mismos y de todas las cosas de la tierra, con los tres solemnes votos de pobreza, obediencia y castidad: consagrando á Dios todos nuestros bienes temporales, ofreciendo á Dios todos nuestros sentidos y potencias, y sacrificando á Dios todo nuestro corazon, quedamos pobres de espíritu, castos y perpétuamente continentes, y sometidos por amor del señor á la. volun- tad de nuestros prelados. ¡Asombrosas obligaciones! ¡Tre- mendos cargos que nos hará el Omnipotente sobre su exacto cumplimiento! Esta es vuestra regla, dirá el Se- ñor, conocedla bien: ¿cómo la habeis observado? Esta.- son las leyes que se os intimaron y que libremente abra

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