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336 EJERCICIOS ESPIRITUALES. demos tomar. Kesolvámonos ¿dejarlas inalas costumbres y renovarnos en el espiritu de nuestra vocacion con san- tas obras. Véase en todas y cada una el empeño mas útil de restablecer la observancia monástica en toda su pureza primitiva. Véase la pobreza mas evangélica, la obediencia mas, pronta, la castidad mas limpia, la clausura mas exacta, el silencio mas inviojable, el trabajo de ma- nos mas continuado. la alegría en.los trabajos, la pa- ciencia en.las enfermedades, el olvido de todo el mundo y la entera conformidad con la voluntad de Dios. Este es el.modo de llegar sin susto al término de la vida. Este es el remedio para no temer la muerte; y ésta la conducta de las buenas Religiosas que logran una muerte suave, dulce, preciosa en los ojos del Señor; loque es la materia demi segunda parte, en que ofrecí hablaros de la Muerte de una buena Religiosa. El Padre San Bernardo decia, que la muerte de los pecadores es mala, es peor que mala y es pésima. Mala es, decia el Santo, enla. pérdida de todas las comodidades del mundo; es peor.que mala por la desgraciada separa- cion del cuerpo y del alma, que va á ser sepultada en el abismo ; yes finalmente pésima por la pérdida del sumo bien, y la adquisicion del sumo mal. Esta verdadera y santa doctrina la acabamos de ver prácticamente en la muerte mala, peor y pésima de una Reliosa olvidada de sus obligaciones, ingrata al Dios que la crió, é infiel á las, promesas que le hizo. Pero. si la consideracion desu desgracia eterna nos llenó de horror, se inundarán nues- tras. almas de consuelo al reflexionar sobre la muerte buena, mejor y preciosisima de una buena Religiosa. Suponed en, la cama con la última enfermedad á una Religiosa jóven ó anciana, que haya vivido virtuosa- mente. Todos Jos tiempos pasados, presentes y por venir se reunen para formar su perfecta felicidad. Ella habia trabajado valerosamente , ayudada. de la gracia de Dios,

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