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DIA NOVENO. 317 Amadle, pues, venerables Religiosas: amadle ardiente y fervorosamente, porque entre todos las criaturas os ha particularizado y distinguido en su amor. Como á todos os ha criado, como á todos os ha redimido y conservado, como por todos ha padecido y muerto, pero á vosotras y no á ellos ha separado de los peligros del siglo:á vosotras y no á ellos ha dado tantas inspiraciones, tantos avisos, tantos sacramentos recibidos con tanta frecuencia: á vos- otras y no á ellos ha dado tantas proporciones para san- tificaros. ¡Ay! ¡Ay! ¡Y qué juicio tan formidable os. es- pera, si no correspondeis con un amor ferviente 4 tan magnífico bienhechor! ¡Y qué sentencia tan terrible se- rá la vuestra, si no le amais únicamente! Esta es pun- tualmente la Segunda parte. Reflexionad, venerables Religiosas, con el Padre San Agustin, que así como no podemos mirar 4 un mismo tiempo al Cielo y á la tierra; de la misma suerte no po- demos amar á un mismo tiempo á Dios y al mundo. Si amamos las cosas ilícitas del siglo, desterramos de nues- tro corazon el amor puro de Dios, porque Dios y el dia- blo no pueden habitar juntos en un mismo corazon. Si el diablo entra por el pecado desampara al corazon la gracia de Jesucristo; y si la divina gracia existe en el corazon, huye el demonio. Cuando las cosas que amamos no son ilícitas, sino indiferentes ó moralmente buenas, tanto disminuimos del amor de Dios cuanto le ponemos en ellas, á no ser que las amemos en Dios y p or Dios. Así lo decia el Padre San Agustin en el libro.de sus con- fesiones por estas palabras: Minus Domine te. amal, quid aliud tecum amalt, quod propter te non.amat ll Comprenderiamos esta verdad si reflexionáramos el modo (1) Lib, 10. conf, cap. 29,
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