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DIA OCTAVO. 301 la niñéz de la vida espiritual, y en su lugar veo: FHoris pugne, intus limores. En el confesonario no se halla alivio: en la oracion no hay consuelo: la luz se ha 'con- vertido en tinieblas: el Cielo no se descubre, la gracia no se percibe como ántes, parece que Dios ha dejado alalma, y solo el infierno ha convocado sus furias para Jlenarla de temores, tedios, tristezas, repugnancias y contradio- ciones. ¡Bendita sea la bondad de Dios, venerables Reli- giosas, que permite la tentacion para que seamos agra- dables á sus divinos ojos! ¡Benditas sean eternamente sus misericordias, que nunca permite que seamos tentados mas de lo que nuestras fuerzas auxiliadas de su' gracia pueden tolerar! ¡Bendito sea el Señor Dios, digo tercera vez, que en medio de estas pruebas tan recias, halla almas religiosas que caminan, que se adelantan, que se upro- vechan de ellas para sua mayor perfeccion! Las primeras en el coro, las últimas en los alivios: lás primeras' en el trabajo, las últimas en el descanso: las primeras en asis- tir á las enfermas, y las últimas en recibir estos mismos socorros en sus dolores y enfermedades: las primeras en sufrir con paciencia y resignacion los dicterios, los des- víos. las persecuciones, las palabras ásperas; y las últi- mas á desplegar los lábios, ó siempre mudas para quejar- se, dejándose enteramente en las manos de Dios para que en ellas y en todos se cumpla su santísima y adorable voluntad. ¡Qué vida esta, Señoras, tan poco brillante en lo exterior, pero qué llena de merecimientos y virtudes en el alma! ¡Ved qué frutos en la apariencia tan 'amar- gos produce ó experimenta el amor proficientel ¡Pero qué sólidos, qué provechosos, qué dulces en la sustancia! No debe ya quedarnos duda de que esta alma probada y examinada de esta suerte en el horno de la tribulacion, será trasladada al refrigerio, y al descanso del amor con: sumado, vulnerante y unitivo. El Padre San Gregorio hablando del amor decia,' y con el mismo Santo lo dicen todos los autores, que es como el fuego que convierte en sí cuanto se le acerca, y perece

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