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276 EJERCICIOS ESPIRITUALES. cesitan de un ministro de Jesucristo virtuoso y sábio que las instruya en la perfecta observancia de los preceptos de Dios, de los mandamientos de la Santa Iglesia, de los votos de su regla monástica y constituciones de su órden: que las acostumbre á santificar las acciones mas comu- nes y ordinarias de todos los dias con la presencia de Dios, con la direccion actual ó virtual de todas ellasá Dios, y con la práctica de todas las virtudes; con el ejer- cicio que las prescriba y la cuenta y razon que las exija de tales actos de humildad, de la negacion de sí mismas, de la penitencia interior y exterior por la conversion de los pecadores, de la obediencia á las Preladas, del respe- to á las ancianas, de la compasion con las enfermas, de la conformidad y paciencia en los trabajos, de la paz y mansedumbre con todas, necesitan quien las imponga en el modo breve y fructuoso de confesarse, y de recibir el adorable Sacramento de la Eucaristía, representándo- se al Dios, áquien reciben, unas veces como pastor que busca las ovejas, otras como médico que las cura: otras como Salvador que las redime: otras como esposo que las regala; otras como padre que las ama: otras como Juez que las castiga: otras como Criador que las dá el ser y las conserva: otras como manjar que las alimenta, para que esta hermosa variedad de pensamientos excite, mueva y encienda el alma, y la haga obrar maravillosos actos delas virtudes heróicas; necesitan y muy particular- mente le: necesitan al ministro de Jesucristo para que las enseñe los ejercicios que corresponden á la vía purgativa, á la iluminativa y unitiva, para no confundir unos con otros, y que las almas caminen á la perfeccion de su es- tado, y no se detengan por la ignorancia y vuelvan atrás por la malicia. de la serpiente antígua; y sobre todo le han menester para dirigirlas en la santa oracion, no solo en los principios de la meditacion, sino mucho mas en la contemplacion, en la oracion de recogimiento, de sueño espiritual, de santa embriaguez, de union perfec- ta. ¿Y qué será si Dios lleva al alma por el camino de